miércoles, 26 de noviembre de 2008
V Reunión sobre Comercio Justo
También podemos discutir algo sobre el G - 20 y la propuesta de reforma de las instituciones financieras internacionales. La reunión se realizará el día jueves 27 de noviembre a partir de las 5:00 p.m. Salón G - 306.
Gonzalo
viernes, 7 de noviembre de 2008
Lamy sobre la crisis financiera - Doha como la solución
Señoras y señores,
Las turbulencias que hemos observado en el sistema financiero durante las últimas semanas harían sentir vértigo a cualquiera. En 2004, un corredor de bolsa me recomendó un libro titulado “Fooled by Randomness; The Hidden Role of Chance in Life and in the Markets”, (“Engañado por el azar; la importancia oculta de la suerte en la vida y los mercados”), que no pude menos que releer esta semana. El libro, escrito por Nassim Taleb, un avezado corredor de bolsa y banquero que había visto todo tipo de subidas y bajadas de los mercados, llegaba a la conclusión de que la única explicación plausible de los vaivenes del mercado es una total y absoluta “aleatoriedad”. No hace falta decir que su libro corrió como la pólvora por Wall Street, confortando a todos aquellos cuyas predicciones estaban fracasando.
En su célebre “tabla de la confusión”, Taleb afirma que en el sistema financiero todos confundimos con demasiada facilidad suerte y capacidad, aleatoriedad y determinismo, probabilidad y seguridad, teoría y realidad, coincidencia y causalidad, y previsión y profecía. Después de lo acontecido en las últimas semanas, ¡quién podría reprocharle realmente que los mercados le parezcan total y absolutamente alucinantes!
Hace sólo algunos meses, en el mundo se hablaba de crisis alimentaria. Por cierto, también se hablaba de crisis del petróleo. Un mundo en el que los precios de los alimentos habían subido, y seguirían haciéndolo, con efectos negativos para los pobres. Habíamos visto cómo se producían desórdenes a causa del pan en varias zonas del mundo, graves déficit de arroz en otras y decenas de millares de manifestantes desfilando por la capital de México protestando contra el incremento del precio de las tortillas. Y sin embargo, entre septiembre y octubre de este año los precios de los alimentos han bajado entre el 20 por ciento y el 10 por ciento con respecto al año pasado. ¿Quién podía esperar este cambio tan repentino, esta súbita inversión de la situación?
Hemos pasado de un mundo en el que los titulares de los periódicos eran todo protestas y advertencias de una hambruna inminente a otro en el que anuncian un posible exceso de oferta de alimentos, y todo ello en el transcurso de unas pocas semanas. Lo mismo ocurre con muchos otros productos básicos, además de los alimentos. Los precios de los metales han caído un 26 por ciento, también en un solo mes, y el petróleo nada menos que el 38 por ciento. No hay duda de que el mundo está viviendo tiempos de gran incertidumbre y de que los dirigentes han de afrontar el reto formidable de restablecer el orden —o una cierta “apariencia” de orden— en un mundo que parece dominado en gran medida por el caos.
Hemos visto cómo en medio de este caos el comercio sufría un duro golpe, por cierto aún sin cuantificar, con barcos que salían de los puertos sin cargamento o que fondeaban a la espera de tiempos mejores. Hemos visto cómo el índice seco del Báltico —referencia para el costo mundial del transporte— caía a su nivel más bajo en los seis últimos años. Descendió el 50 por ciento desde finales de septiembre ante el temor del debilitamiento de la demanda mundial, de una recesión inminente y de la dificultad de conseguir financiación para el comercio. Todo ello con consecuencias para el transporte de mercancías que se comercializan en grandes cantidades, como el hierro, el carbón y los cereales. En esta situación de turbulencia, se están dejando oír las fuerzas proteccionistas, pidiendo ayuda oficial y exigiendo el cierre de los mercados a los extranjeros. En otras palabras, se están haciendo llamamientos a favor de una menor competencia.
Esta parece una situación ya conocida, ¡y en realidad lo es! En 1929, durante la Gran Depresión, ocurrió algo muy similar. La Ley arancelaria Smoot Hawley de los años 30, de infausta memoria y de la que sin duda habrán oído hablar todos ustedes, aumentó los aranceles de los Estados Unidos sobre 20.000 artículos importados a niveles sin precedentes para otras naciones, que también adoptaron sus propias medidas proteccionistas. Fue el preludio de una guerra que empobreció a toda la comunidad de naciones y que demostró que las políticas de “empobrecimiento del vecino” no son más que un camino sin salida.
Señoras y señores, considero que lo que necesitamos, en medio del caos en que nos encontramos, es una mayor reglamentación y una mejor gobernanza mundial. Aunque no cabe duda de que debe elaborarse una reglamentación financiera mundial, tampoco cabe duda de que debe reforzarse la reglamentación mundial sobre el comercio. Lo que nos urge en momentos como este es restablecer la confianza en los mercados dando a los inversores la seguridad de que siguen operando en un sistema comercial y financiero internacional basado en normas.
¿Dónde debemos situar el sistema multilateral de comercio en estos tiempos turbulentos? El sistema multilateral de comercio es ante todo una “póliza de seguros” contra el proteccionismo. Si invierte en este sistema, en su fortalecimiento y su vigor, lo que hace la comunidad internacional es, en realidad, invertir en una póliza de seguros contra el deterioro de las condiciones del mercado. Una póliza de seguros contra nuestros peores instintos, contra el instinto de dejar fuera al extranjero en un momento de crisis y erigir para siempre un muro de aranceles más altos que oculte nuestra ineficiencia.
Pero Nassim Taleb resume perfectamente la psicología humana cuando dice que “como agente de derivados observé que la gente no quiere asegurarse contra cosas abstractas; el riesgo que merece su atención es siempre lo concreto”.
Veamos un ejemplo que demuestra precisamente esta cuestión. En una encuesta que se hizo a unos viajeros en un aeropuerto, cuando se les preguntó por qué póliza de seguros estarían dispuestos a pagar más, una póliza que cubriera todos los riesgos del viaje o una póliza que simplemente les protegiera del riesgo de un ataque terrorista, la mayoría optaron por la segunda opción, y ello a pesar de que la primera les habría cubierto frente a TODOS los riesgos, incluso el del terrorismo. Huelga decir que esta encuesta ha sido objeto de estudio por los psicólogos. Como dice Taleb, el mapa probabilista mental del cerebro humano se orienta a lo sensacional.
Me temo que este es el mayor problema al que se enfrenta en estos momentos el sistema multilateral de comercio. El riesgo de una vuelta al proteccionismo es, para algunos, “demasiado abstracto” y demasiado remoto como para hacerle caso. La memoria humana es corta y algunos han olvidado por completo la Gran Depresión, en gran medida porque la mayor parte de nosotros no vivía en esa época. Pero debemos comprender que por abstracto que pueda ser el riesgo ES un riesgo plenamente real.
En la OMC, la Ronda de Doha de negociaciones comerciales ofrece una póliza de seguros aún mejor. Daré algunas cifras aproximadas acerca de lo que se ha puesto sobre la mesa en estas negociaciones, para que puedan ver con toda claridad lo que realmente significa. En los productos agrícolas, el arancel medio del mundo en desarrollo, del 60 por ciento, y el del mundo desarrollado, del 8 por ciento, disminuirían la cuarta parte y la mitad, respectivamente (añadiré que se trata de cifras ponderadas en función del comercio). En cuanto a los productos industriales, el arancel medio del mundo en desarrollo, del 15 por ciento, y el del mundo desarrollado, del 4 por ciento, disminuirían el 35 por ciento y el 60 por ciento, respectivamente. También se reducirían las dañinas subvenciones a la agricultura que otorga el mundo desarrollado; las subvenciones más perjudiciales descenderían hasta en un 80 por ciento.
Y eso sin mencionar la apertura del comercio que ofrece la Ronda de Doha en servicios vitales para el intercambio de productos básicos como los servicios de transporte, los servicios relacionados con la energía y los servicios de distribución, por citar tan sólo algunos. En un capítulo de las negociaciones conocido como “facilitación del comercio”, la Ronda de Doha reduciría también los trámites tan perjudiciales —los procedimientos aduaneros burocráticos— que demoran las mercancías en los puertos y retrasan el despacho de los productos y su llegada al consumidor final.
Como ampliación de la póliza de seguros del mundo contra el proteccionismo, estos beneficios no son insignificantes. En un mundo cuyos Miembros más pobres tienen una dependencia extrema de las exportaciones de productos básicos tienen que disminuir los obstáculos al acceso a los mercados y las subvenciones injustas que conceden los países ricos. No olvidemos que en África 34 países dependen de las exportaciones de menos de tres productos básicos, que representan más del 50 por ciento de sus exportaciones. Lo que es peor, un solo producto integra más del 50 por ciento de las exportaciones totales en 23 países africanos. Sin duda, esta dependencia exige una diversificación de la economía, pero también exige una reducción de todos los factores que pueden agravar la inestabilidad de los precios, como el proteccionismo. Esto es lo que promete hacer la Ronda de Doha. Promete también reducir el fenómeno de la “progresividad arancelaria”, esto es, el aumento de los aranceles con el nivel de elaboración, por ejemplo entre el cacao y la tableta de chocolate. Esta es una cuestión vital para el desarrollo industrial de la mayor parte de los países pobres del mundo, que afecta prácticamente a todos los productos básicos.
Para el 12 de noviembre he convocado a la OMC a los proveedores de financiación para el comercio con el fin de examinar la disponibilidad de financiación para las exportaciones y las importaciones en condiciones asequibles, y las medidas que se deberían adoptar para restablecer la confianza en los mercados y el comercio. Esta convocatoria da respuesta a las preocupaciones de algunos Miembros de la OMC, particularmente en países en desarrollo, y a los navieros y comerciantes que sufren los efectos de la resistencia de los bancos a emitir sus cartas de crédito. Confío en que esta reunión confirme que los efectos de la crisis bancaria en la financiación del comercio será de corta duración y que, entretanto, los proveedores de financiación para el comercio están dispuestos a tomar las medidas necesarias para afrontar este problema, a la espera de una rápida recuperación de la normalidad en las condiciones de los créditos de los mercados mundiales del comercio y los productos básicos.
Señoras y señores, concluiré citando una vez más la obra de Taleb. Dice que “no es posible juzgar un desempeño en ningún campo por los resultados, sino por los costos de la alternativa (es decir, si la historia discurriera de otra forma)”. Tiene toda la razón. El costo del fracaso de la Ronda de Doha, el costo de no reforzar la póliza mundial de seguros contra el proteccionismo será muy elevado. No permitamos que la historia nos enseñe una nueva lección sobre los peligros del proteccionismo.
Muchas gracias por su atención.
G - 20 y Ronda de Doha
COMERCIO: GINEBRA (IPS) Los partidarios más fervientes de una conclusión acelerada de las negociaciones de la Ronda de Doha buscan el amparo del Grupo de los 20 (G-20) países que examinarán en Washington eventuales reformas al sistema financiero internacional, para impulsar un acuerdo de esas discusiones comerciales. La iniciativa guarda relación con el denso ambiente internacional de estos días, pues entre otros aspectos toma en cuenta las gestiones por atenuar los efectos de la crisis financiera en la economía real y también el cambio de gobierno que ocurrirá en Estados Unidos en enero de 2009.El dueño de la idea, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, imagina que un punto de la declaración de los líderes del G-20 dedicado a vigorizar las negociaciones de Doha, puede conseguir que la primera etapa de ese ciclo se cierre antes de fin de año. Amorim estimó que un pronunciamiento del G-20, que se reunirá el 15 de este mes, tendría que fijar un plazo de tres o cuatro semanas para que los negociadores completen la redacción de las modalidades de agricultura y productos industriales, los dos temas considerados como la columna vertebral del paquete de Doha. Las negociaciones de Doha, lanzadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) en la capital de Qatar en noviembre de 2001, traen un atraso considerable pues debían acabar en 2005. El último atasco apareció en julio, cuando fracasaron las discusiones que sostenían ministros de unos 35 de los 152 Estados miembros de la institución. El ministro brasileño cree que aún es posible concluir las modalidades, que son los parámetros generales para el acuerdo final, antes de fin de año. "No es fácil, pero es posible", dijo. Amorim espera conseguirlo mediante un punto específico del documento que aprobarán los líderes del G-20, en el cual impartan instrucciones a sus ministros de comercio para que concluyan las negociaciones en un plazo determinado. Esas nuevas negociaciones deberían girar en torno a los 20 temas que el director general de la OMC, Pascal Lamy, presentó a la sesión de julio, en una tentativa por destrabar las discusiones. El canciller brasileño aceptó que algunos países disintieron con el contenido de esos temas, pero nadie objetó esos puntos, afirmó. Creo que el G-20 debe impartir instrucciones fundadas en esos temas, insistió. Sin embargo, el director de negociaciones económicas internacionales de la cancillería argentina, Néstor Stancanelli, opinó que "ese paquete es inviable", en alusión a los 20 puntos propuestos por Lamy. Esa propuesta "no ofrece solución", declaró a IPS el negociador argentino en una comunicación telefónica desde Buenos Aires. Stancanelli evitó cuestionar la idea de Amorim. "Queremos terminar la ronda, nadie se opone, pero todo depende de la sustancia del acuerdo", dijo. Argentina ha sido uno de los países más opuestos a la concertación de un acuerdo basado en las propuestas de Lamy, porque "no ofrecen un equilibrio entre las concesiones de agricultura y las de productos industriales", precisó. Si en productos industriales, o NAMA como se los denomina en la jerga de la OMC, "no se contempla una flexibilidad adecuada para los países en desarrollo, no hay ninguna posibilidad de acuerdo", declaró Stancanelli. En cambio, si aparecen un equilibrio y diferencias sustanciales en los cortes de aranceles entre países en desarrollo e industrializados, sí es posible el acuerdo. "Pero desde aquí no veo ese movimiento", insistió. En cuanto al contenido de la eventual declaración del G-20 dedicada al comercio, Amorim advirtió de que no podrá ser demasiado específica porque "no podemos pedirles a los líderes que negocien lo que nosotros (los ministros) no hemos sido capaces de negociar". Tampoco podrá ser totalmente vaga, porque en ese caso se convertiría "en una declaración más", dijo. El canciller brasileño estimó que un plazo de tres o cuatro semanas para que los negociadores concluyan las modalidades es apropiado. Más allá llegan las fiestas de Navidad y Año Nuevo predominantes en los calendarios de países occidentales, como también los cambios de gobiernos, recordó. Con relación a las nuevas autoridades estadounidenses, Amorim opinó que si encuentran un acuerdo concertado por los 152 miembros de la OMC, puede ocurrir que lo acepten y se dediquen a aplicarlo. La otra posibilidad es que cuando asuman en enero no haya modalidades y en consecuencia se sientan con el derecho a presentar nuevas ideas y nuevos temas. Por supuesto, las otras partes pueden hacer lo mismo, y así se consumirá mucho más tiempo en la conclusión de Doha, razonó Amorim. Stancanelli ofreció una visión diferente respecto a la reacción estadounidense. Habrá que esperar lo que declara el presidente electo, tendremos que basarnos en la realidad, dijo. El negociador argentino recordó que Sudáfrica e India han objetado también el desarrollo de las negociaciones de julio. Los países industriales tienen que reconocer que su crecimiento depende del avance económico de las naciones en desarrollo, explicó. El G-20, creado en 1999 en respuesta a las crisis financieras de fines de la década de 1990, como un mecanismo de diálogo entre las naciones más industrializadas y algunos países emergentes. Hoy lo conforman el Grupo de los Ocho países más poderosos --Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia--, además de Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía, y la Unión Europea como bloque. (FIN) |
domingo, 26 de octubre de 2008
IV Reunión de Comercio Justo

Con aprecio,
Gonzalo A. Ramírez Cleves
miércoles, 15 de octubre de 2008
III Reunión de Comercio Justo - Conferencia Dra. Yadira Castillo
La Dra. Yadira Castillo obtuvó el pasado martes 14 de octubre la máxima calificación de la tesis con posibilidad de publicación. Los esperamos a todos.
jueves, 9 de octubre de 2008
Aqui pueden bajar el documento de Joseph Singer sobre RSC
Del blog de Lawrence Solum
Singer on Corporate Responsibility
Joseph William Singer (Harvard Law School) has posted Corporate Responsibility in a Free and Democratic Society (Case Western Reserve Law Review, Vol. 58, 2009) on SSRN. Here is the abstract:
Do corporations have any social responsibilities? Those who have argued both sides of this debate have failed to focus their attention sufficiently on the common law rules governing market relations, especially the law of torts, contracts, and property. This article argues that these three foundational legal institutions are all premised on a fundamental obligation of attentiveness. Actors are obligated to attend to the likely consequences of their actions on others and refrain from actions that impose unreasonable risks of harm or which impose harms that individuals are entitled to be protected against. If this is so, then the argument that corporations cannot reasonably respond to vague duties of social responsibility becomes less powerful, given the pervasive duties of all market actors to consider whether they could justify their harm-producing conduct to an impartial decision maker - in other words, whether they could explain their actions as reasonable. We want clear rules to give us guidelines about what we are and are not allowed to do. But we also want a fuzzy edge of substantive standards to induce us to think before we act - to be attentive to the ways in which our actions affect others. Such fuzzy edges create appropriate incentives to think about the effects of one's actions on others and to consider the judgments that others would make about the justice or appropriateness of our own conduct, given the impact it will have on others who, after all, have equal rights. And we care so much about this that we have enshrined it in the basic law governing the market system
sábado, 4 de octubre de 2008
José Antonio Ocampo en el Externado
jueves, 2 de octubre de 2008
viernes, 26 de septiembre de 2008
martes, 23 de septiembre de 2008
Susan Ariel Aaron sobre comercio y derechos humanos
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April 23, 2008
In 432 BC, Athenian officials enacted one of the first peacetime trade sanctions, over a land dispute with neighboring Megara. The legislation warranted mention in Thucydides' History of the Peloponnesian War. Today the relation between trade and human rights makes front page news. Cambodia, Vietnam, Egypt, and India have restricted rice exports to ensure adequate affordable food for their citizens. Meanwhile, in the U.S. Congress, Democrats have postponed consideration of a U.S.–Colombia free trade agreement. The Democrats argue that because Colombia has not sufficiently protected union leaders from harassment and murder, the United States should not provide the incentive of a trade agreement. When human rights are violated, policymakers are under significant pressure to do something. They often respond by cutting off trade either to protest human rights abroad or to protect their citizens from harm. Despite the kneejerk politics, we still know very little about the relation between human rights and trade. We don't know if enhanced human rights protections lead to increased trade, or if increased trade leads governments to do more to protect human rights. And we have little insight as to how trade agreements and policies will influence the realization of human rights over time. But the dearth of information has not stopped policymakers from wedding human rights objectives to trade. For example, U.S. policymakers have used trade sanctions to punish Cuba for its violations of political, civil, and religious rights. But forty years of sanctions have done little to change this situation. The United States and other governments took a different approach to China. As China sought to join the World Trade Organization, they argued that more trade would encourage policymakers to do more to advance human rights. By including China in the framework of multilateral rules and obligations, they claimed, Chinese leaders would learn habits of good governance. These habits would gradually spill over into the polity as a whole, and more trade and cross-cultural interaction would expose the Chinese people to new ideas about their rights. The results have been mixed. China has provided more of its citizens with access to education, credit, travel, and other opportunities, and begun to allow public comment on laws and regulations. But China continues to suppress political and religious rights, as well as access to information. Policymakers respond differently to China because of its enormous market and political and economic clout. For China, the marriage of trade and human rights is not a marriage of equals. Trade has trumped human rights. So how should policymakers use trade to promote human rights abroad? Policymakers should think of human rights as a market. They can best increase the supply of human rights abroad with incentives such as increased market access, technical assistance and training, and funding for improved governance. Policymakers should also focus on ways to bolster the inherent demand for human rights among their developing-country trade partners. The European Union follows this approach when helping candidate countries join. Candidate countries are required to protect human rights, and the EU provides candidate countries with considerable foreign aid, financial assistance, and technical expertise. If candidate countries do not meet human rights objectives, they can't accede. In this way, the EU is able to bolster the supply and demand for human rights as it enhances trade. The United States tries to do this also by incorporating provisions for political participation and due process rights in its free trade agreements. Policymakers should also examine carefully the human rights impact of their trade policy decisions. Americans are just beginning to see how subsidies designed to reduce U.S. oil imports have affected the price and supply of basic foodstuffs at home and abroad. America's support for ethanol made from corn is one of several factors leading to the higher prices and declining supply of basic foods abroad. With careful deliberation, trade and human rights can be made coherent. Trade should not be wed to human rights simply because it provides a way for citizens of one country to express their displeasure over the human rights practices of other countries. Instead, if policymakers carefully assess the human rights impact of their trade policy choices, they may create an enduring and effective match, and not just a marriage of convenience. Susan Ariel Aaronson, Research Associate Professor at George Washington University, is the author (with Jamie Zimmerman) of Trade Imbalance: The Struggle to Weigh Human Rights in Trade Policymaking (Cambridge: 2007). Please visit her Trade and Human Rights Blog.
Related Resources:
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Programa del Foro Público 2008
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